Identifica el problema real de tu audiencia
Deja de adivinar. Si estás pensando en crear un producto digital, hay una regla de oro que nadie te dice al inicio: no se trata de lo que quieres vender, sino de lo que tu audiencia realmente necesita resolver. Suena obvio, ¿no? Pero la mayoría de las veces nos enamoramos tanto de nuestra idea que olvidamos validar si alguien allá afuera está buscando exactamente eso.
Hoy te quiero ayudar a salir de la trampa de adivinar lo que la gente quiere y enseñarte a identificar el problema real de tu audiencia. Porque si logras esto, crearás productos que se vendan solos (y además, te vas a ahorrar horas de frustración).
No es lo que tú crees, es lo que ellos sienten
Primero, olvídate de asumir que conoces a tu audiencia solo porque alguna vez estuviste en sus zapatos. Sí, tu experiencia suma, pero el mercado cambia, las necesidades evolucionan y cada persona vive sus propios matices.
La verdadera clave está en salir de tu cabeza y entrar en la suya. Pregúntate: ¿Qué les quita el sueño? ¿Qué los frustra tanto que pagarían por solucionarlo? Cuando logras identificar ese dolor, tienes media venta asegurada.
La mayoría de las veces las personas no están buscando “un curso de finanzas” o “una guía para crear su marca”, sino la solución a algo que les pesa todos los días. Como ese momento incómodo donde revisan su cuenta y piensan: “¿Cómo se me fue el dinero otra vez?” o ese día que sienten que su proyecto increíble pasa desapercibido en redes porque no saben cómo hacerlo ver profesional.
Por eso, en G2V siempre decimos: pregunta más y asume menos.
Preguntar no te quita lo experto, te hace más estratégico
Aquí es donde muchas personas se bloquean porque sienten que salir a preguntar los hace ver inseguros o poco expertos. Y la verdad es que pasa todo lo contrario. Cuando te tomas el tiempo de hablar con tu audiencia, entiendes sus palabras exactas, sus preocupaciones reales y sus frustraciones diarias.
De hecho, hacer encuestas, crea cajitas de preguntas en Instagram, habla con tus seguidores por mensaje directo, escucha sus historias y toma nota. No imagines lo que quieren, déjalos que te lo digan.
Un tip extra que usamos mucho en G2V es explorar los comentarios en TikTok o foros relacionados con tu tema. Ahí la gente se desahoga sin miedo y encuentras oro puro en forma de frases como:
“Ya no sé qué más intentar, siempre fracaso con esto” o “Ojalá alguien explicara esto fácil porque siempre me pierdo”.
¿Ves la diferencia? Cuando capturas esas palabras, no solo entiendes su problema, sino que después puedes usarlas en tu contenido y tu producto, creando una conexión instantánea.
Aquí te dejo algunas herramientas fáciles para crear encuestas y obtener feedback valioso” → Link🔗
El verdadero problema siempre está escondido detrás de la primera respuesta
Algo que tienes que saber desde ya: la primera respuesta que te den casi nunca es el verdadero problema. Por ejemplo, alguien puede decirte “No tengo tiempo para crear mi marca”, pero en realidad lo que hay detrás es miedo a exponerse o no saber por dónde empezar.
Por eso, cada vez que recibas una respuesta, hazte la pregunta mágica: “¿Por qué?”. Y vuélvela a hacer al menos tres veces.
Te doy un ejemplo real:
- ¿Por qué no has lanzado tu curso?
- Porque no tengo tiempo.
- ¿Por qué no tienes tiempo?
- Porque no sé qué pasos seguir y me siento abrumada.
- ¿Por qué te sientes abrumada?
- Porque siento que si lo hago mal, nadie lo va a comprar.
Y boom… el verdadero problema no era el tiempo, sino el miedo a fracasar. Cuando descubres eso, tu producto cambia de “cómo organizar tu agenda” a “cómo lanzar sin miedo y con confianza”, y ahí es donde conectas de verdad.
Si te interesa profundizar en esta técnica de preguntas, te dejo este artículo sobre los 5 Why’s” → Link🔗

Estructura Irresistible: De la Idea al Contenido
Crear un producto digital no se trata solo de tener una gran idea. Se trata de darle forma y convertirla en algo que la gente quiera comprar y necesite tener. Aquí es donde la estructura hace toda la diferencia. Si alguna vez sentiste que tenías una idea increíble pero no sabías por dónde empezar, este blog es para ti.
Hoy te voy a guiar paso a paso para que esa idea se convierta en un contenido digital tan irresistible que tus futuros clientes digan: “¡Toma mi dinero!”
Tu idea es el inicio, pero no lo es todo
Primero lo primero: tener una buena idea no garantiza que tu producto digital vaya a funcionar. Lo que realmente hace la magia es cómo conviertes esa idea en una solución clara y ordenada.
Piensa en la cantidad de cursos, ebooks o guías que has visto allá afuera. ¿Cuántos de ellos realmente se sienten útiles y fáciles de consumir? Exacto, no tantos. Y la razón es simple: la mayoría se quedan en la superficie, sin una estructura que haga que la experiencia sea fluida y disfrutable.
Tú no vas a cometer ese error. Desde hoy, cada idea que tengas la vas a filtrar por una pregunta mágica: ¿Qué problema específico resuelve esto y qué transformación le promete a mi cliente?
Cuando tienes esa respuesta, tu estructura empieza a tomar forma solita. Ahora, pasemos a darle esqueleto a ese contenido.
Divide y vencerás: la regla de las 3 a 5 secciones
Tu cerebro quiere complicarlo todo, pero la verdad es que los productos digitales más exitosos son los más simples de consumir. Por eso, el siguiente paso es dividir tu contenido en 3 a 5 secciones principales, cada una enfocada en un tema claro y específico.
¿Por qué 3 a 5? Porque es el rango perfecto para que la gente no se sienta abrumada y se mantenga enganchada hasta el final. Cuando tu cliente ve un índice corto y bien estructurado, piensa: “Esto sí lo puedo terminar”. Y créeme, esa sensación es oro puro para tus ventas.
Cada sección debe tener un objetivo claro y llevar a tu cliente un pasito más cerca de la transformación final que le prometiste. Piensa en ellas como mini-victorias que lo motivan a seguir.
Dale ritmo con ejemplos, ejercicios y resúmenes
Una vez que tienes tus secciones principales, es momento de darle ritmo y vida a cada una. Aquí es donde marcas la diferencia y evitas crear un PDF aburrido que nadie quiere terminar.
Tu cliente necesita sentir que avanza, que aplica lo que aprende y que no solo está leyendo teoría. Así que cada sección debe tener, por lo menos, uno de estos tres elementos:
- Ejemplos claros de lo que enseñas (y sí, mientras más tuyos o reales, mejor).
- Ejercicios prácticos que lo hagan aterrizar la información en su propio contexto.
- Resúmenes finales que refuercen los puntos más importantes y lo preparen para lo que viene.
Cuando tú haces esto, creas una experiencia donde la persona no solo aprende, sino que también siente que está logrando algo desde la primera lección o página. Y eso es exactamente lo que convierte a un simple lector en un cliente feliz y dispuesto a recomendarte.
Aquí te explico cómo escribir textos que conecten y conviertan sin sonar a vendedor” → Copywriting que convierte: Guía para escribir textos irresistibles
El cierre perfecto: ¿qué sigue después de tu producto?
No subestimes el poder de un buen cierre. Muchas personas terminan su producto digital con un simple “Gracias por llegar hasta aquí” y eso es un grave error.
Tu cliente necesita saber qué hacer después, cómo puede seguir avanzando y cuál es el siguiente paso contigo o por su cuenta. Aquí es donde puedes sugerir otro recurso complementario, invitarlo a unirse a tu comunidad o darle un plan de acción para que no se quede solo.
Piensa en ese final como el empujoncito que asegura que todo lo que aprendió se quede con él y lo aplique en la vida real.
Si quieres profundizar en cómo estructurar un curso online, esta guía te puede ayudar” →Link 🔗

Precios: lo que nadie te dice sobre vender conocimiento
Ponerle precio a lo que sabes puede sentirse como resolver un acertijo sin pistas, pero aquí estamos para ayudarte. No es solo sumar tus horas de trabajo y dividirlas por el número de módulos del curso o las páginas del ebook. Vender conocimiento tiene sus trucos y hoy te los voy a contar como si estuviéramos tomando un café virtual.
Tu precio no es un reflejo de tu valor (y está bien)
Primero lo más importante: el precio que pongas NO define tu valor como persona o profesional. Parece obvio, pero cuando vendes algo que viene directo de tu cabeza y experiencia, es fácil sentir que ese número te representa. Y no. Tú vales mucho más que cualquier cifra en una página de ventas.
La mayoría de los expertos caen en la trampa de cobrar poco por miedo a que nadie compre. Y ahí es donde empiezan los problemas. Si tú no valoras tu conocimiento, ¿cómo esperas que alguien más lo haga? La verdad es que la gente sí está dispuesta a pagar por soluciones, siempre y cuando entienda lo que ganará al hacerlo.
Piénsalo así: no estás vendiendo un curso de 3 horas, un ebook de 50 páginas o un taller grabado. Estás vendiendo una transformación. ¿Qué va a poder hacer esa persona después de aprender lo que sabes? Ahí es donde está el verdadero valor y eso, mi querid@ expert@, vale mucho más que un precio simbólico.
Lo barato sale caro (para ti y para tu cliente)
Ahora hablemos de la famosa frase “voy a empezar barato y luego subo precios”. Error común y muy tentador. Y sí, suena lógico, pero la realidad es que empezar con precios bajos puede jugarte en contra desde el día uno.
Cuando cobras poco por tu conocimiento, atraes a un público que no siempre está comprometido. Son esas personas que compran, nunca abren el curso y después andan pidiendo reembolsos porque “no era lo que esperaban”. Y la verdad, tú no quieres eso.
Prefieres tener menos alumnos pero que de verdad valoren lo que les enseñas, lo apliquen y se conviertan en casos de éxito. Porque esos casos de éxito luego venden por ti, recomiendan tu producto y hacen crecer tu marca. Eso sí es estrategia a largo plazo.
Además, el precio también comunica percepción de valor. Un curso que cuesta $20 no genera la misma expectativa que uno de $200, aunque tengan el mismo contenido. La diferencia es que el segundo promete una transformación real y el cliente se lo toma en serio desde el primer clic.
Aquí puedes leer más sobre cómo el precio afecta la percepción de valor” →Link 🔗
Calcula más allá del tiempo que invertiste
Otro error común es pensar: “me tomó 10 horas grabar este curso, así que debería cobrar $10 la hora”. Pero vender conocimiento no funciona como vender horas de trabajo. Lo que realmente estás empaquetando son años de experiencia, errores, pruebas y el camino recorrido que ahora acortas para tu cliente.
Piénsalo: ¿cuánto tiempo le tomaría a esa persona aprender lo que tú ya sabes por su cuenta? ¿Meses? ¿Años? ¿Cuánto gastaría en libros, cursos y pruebas fallidas? Ese es el verdadero precio y ahí es donde debes empezar a calcular.
Además, no olvides sumar todo lo que hay detrás: la plataforma donde alojas el curso, el diseño, la edición, el soporte que darás después y tu energía mental. Todo eso cuenta y es parte del precio final.
Por eso, en G2V siempre te diremos que un producto digital no es solo el contenido, es la experiencia completa que ofreces. Y esa experiencia merece ser bien cobrada.
El miedo a cobrar más es normal, pero se trabaja
Llegados a este punto, sé lo que estás pensando: “¿Y si nadie compra si subo el precio?”. Es normal. Nos pasa a todos la primera vez que lanzamos algo al mercado y más cuando viene directo de nuestro conocimiento y experiencia.
La clave está en validar primero con una preventa o un piloto, ajustar lo que sea necesario y luego cobrar lo que realmente vale. A veces te sorprenderá ver que subir el precio no baja las ventas, ¡al contrario! La gente empieza a percibir tu producto como algo más premium y eso también atrae a otro tipo de cliente.
Recuerda: si no cobras lo justo, terminas trabajando el triple para ganar lo mismo que podrías ganar con menos clientes y más felices. Aquí la mentalidad juega un papel enorme y por eso en G2V siempre te vamos a recordar que tu experiencia tiene un precio y no es negociable.

Pruebas, lanzamientos y ajustes antes de escalar tu producto digital
Crear un producto digital es emocionante, pero escalarlo sin probar puede ser el error más caro de tu proyecto. La buena noticia es que no necesitas ser experto en marketing ni gastar miles de dólares en ads para validar tu idea y ajustarla antes de lanzarte a lo grande. Aquí te cuento cómo hacerlo con cabeza y, sobre todo, disfrutando el proceso.
No te cases con tu primera versión
Sé que te encariñas con tu idea, con los colores que elegiste y hasta con el nombre de tu curso. Pero la realidad es que tu primer producto digital debería ser lo más simple y funcional posible: lo justo y necesario para resolver el problema de tu cliente ideal.
Si aún no tienes clara la imagen de tu marca, aquí te explico cómo crear una identidad visual digital que se sienta profesional” → /blog/identidad-visual-digital
A esto se le llama MVP (Minimum Viable Product) y es tu mejor amigo en esta etapa. ¿Por qué? Porque así evitas invertir horas y dinero en perfeccionar algo que ni siquiera sabes si alguien va a querer comprar. Tú solo enfócate en crear algo que funcione, que ayude y que esté listo para salir al mundo sin sentir que es tu obra maestra.
Lanza una versión beta, invítalos a probar y pídeles feedback sin miedo. Recuerda que todo gran producto empezó siendo pequeño y con muchos errores. ¡Deja que tus primeros compradores sean parte de la evolución!
Valida antes de escalar: ¿La gente realmente pagará por esto?
Tú puedes amar tu producto y pensar que es la mejor solución, pero la verdadera validación está en una sola cosa: ¿la gente paga por él? Porque sí, los likes, los comentarios y los “qué buenísima idea” suenan bonito, pero no pagan las cuentas ni demuestran interés real.
Aquí es donde entran las pruebas de venta. Puedes hacer un pre-lanzamiento con un precio especial y acceso limitado para los primeros valientes que confíen en ti. Esto no solo te ayuda a validar si la gente está dispuesta a pagar, sino que también te da feedback directo y valioso de personas reales.
Otra forma de probar es crear un taller o masterclass en vivo sobre el tema de tu producto digital. Así mides el interés, pruebas el contenido y hasta generas tus primeros ingresos mientras mejoras lo que hará falta.
Recuerda, no te adelantes a crear todo un ecosistema de marca o automatizaciones si todavía no sabes si el producto engancha. Valida primero, mejora después y escala cuando tengas pruebas de que la gente realmente quiere eso que ofreces.
Aquí te dejo una guía práctica para validar ideas de negocio antes de invertir tiempo y dinero” →Link 🔗
Ajusta, mejora y repite: la clave está en el feedback
Una vez que tu MVP esté afuera y tengas tus primeras ventas (o no ventas), es hora de ponerte el sombrero de analista y mirar todo con ojos críticos, pero sin castigarte. El feedback es oro puro en esta etapa y, si lo sabes escuchar, se convierte en tu mejor guía para mejorar.
Escucha a tu audiencia: ¿Qué aman de tu producto? ¿Qué sintieron que faltó? ¿Qué parte se les hizo confusa o innecesaria? Pregunta sin miedo, crea encuestas, abre espacios de conversación y, sobre todo, mantente curioso.
A veces el ajuste que necesitas es tan sencillo como cambiar el título del curso o agregar un módulo extra que nadie pensó. Otras veces, tendrás que darle la vuelta entera al enfoque, pero eso también está bien. Lo importante es que entiendas que el éxito está en la capacidad de adaptarte, no en tenerlo todo perfecto desde el inicio.
Y sí, este proceso de prueba y error puede sonar agotador, pero en realidad es la parte más divertida si la ves como un juego: cada mejora te acerca más a ese producto digital que no solo funciona, sino que la gente recomienda y compra feliz.
Antes de escalar, construye sobre terreno seguro
Ahora sí, una vez que probaste, ajustaste y sentiste ese pequeño orgullo de haber creado algo que funciona, es momento de pensar en escalar. Pero aquí viene un consejo muy G2V: no escales sobre terreno inestable.
Si todavía dudas de tu oferta, si tu mensaje no está claro o si tu proceso de venta se siente forzado, es mejor seguir ajustando antes de meterle dinero o más esfuerzo. Porque escalar no se trata solo de llegar a más personas, sino de asegurarte que cuando eso pase, el producto esté tan bien armado que la experiencia sea increíble para cada cliente.
Escalar sin probar es como invitar a mil personas a una fiesta donde ni siquiera sabes si el DJ es bueno. Mejor asegúrate de que todo esté funcionando, que la gente se quede con ganas de más y entonces sí, empieza a construir ese imperio digital que sueñas.
Por eso, evita crear todo un ecosistema sin probar primero. La validación es tu mejor inversión.
Antes de irte, quédate con esto…
Crear y vender un producto digital no es cuestión de suerte ni de lanzarte al vacío cruzando los dedos. Como viste, hay pasos clave que te acercan a ese resultado que todos soñamos: un producto que ayuda, se vende y hasta se recomienda solo.
- Primero lo primero: No te enamores de tu primera versión. Lanza simple, escucha mucho y recuerda que todo se puede mejorar sobre la marcha.
- Valida con pruebas reales: Antes de soñar con escalar, asegúrate de que la gente sí está dispuesta a pagar por lo que ofreces.
- El feedback es tu brújula: Ajusta, adapta y mejora las veces que sea necesario. No se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo funcionar.
Y si algo te queremos dejar claro en G2V es que tu conocimiento tiene muchísimo valor, pero ese valor solo se multiplica cuando lo sacas de la carpeta de borradores y te animas a ponerlo allá afuera.
Créeme, tu próxima venta puede estar más cerca de lo que piensas… solo falta que te decidas a dar el primer paso.
con amor,
G2V Creators.